dijous, 20 de juliol del 2023

Exèquies. Parròquia de l’Assumpció d’Alpatró (Vall Gallinera)

 

Exèquies 

Dijous 20 de juliol de 2023

Parròquia de l’Assumpció d’Alpatró (Vall Gallinera)

Rm 6,3-9, Salm 22,1-3.4.5.6 i Jo 5,24-29

Queridos hermanos y hermanas, 

 

Nos reunimos hoy aquí en torno a nuestra hermana en la fe. La muerte siempre nos sorprende, siempre nos coje desprevenidos y aunque no hay realidad más evidente de que si nacemos debemos morir, siempre la separación de los seres queridos nos produce dolor y una enorme sensación de soledad. Todo ello es natural, percibimos la sensación de separación con dolor y es que en parte la muerte de nuestros hermanos y hermanas nos pone ante los ojos la realidad de nuestra propia muerte, la realidad del misterio de la vida.

Todo esto sin la mirada de la fe, la vida y la muerte vista sin los ojos de la fe, seria un absurdo. Pero por la fe tenemos la certeza de que nuestra hermana no ha muerto, sino que vive. No, esto que creemos no es un absurdo, es la realidad más enorme que jamás se haya visto, que si por Cristo, por el bautismo, por su pasión y muerte, por su resurrección, hemos o seremos todos sepultados con Él, por su resurrección naceremos a la vida eterna.

Creyendo esto con fe, estamos ciertos de que nuestra hermana vive ya para siempre pero esto no evita nuestro dolor por su partida. Su muerte os deja a vosotros sus hijos un gran vacío. Pero nuestra hermana no se va con las manos vacías, os deja una profunda huella  en vuestros corazones, porqué os amó con todas sus fuerzas. Su bondad y su alegría os han acompañado toda vuestra vida a vosotros, a su nieto, a su hermana, a sus familiares, a sus amigos y a sus vecinos. Aunque la enfermedad haya mermado su mente no ha dejado de vivir siempre con alegria, con bondad, sin dejar nunca de amar y por eso os sentís, todos los que la conocisteis y tratasteis, doloridos por su ausencia.

Pero estad ciertos de que nuestra hermana, que escuchó la palabra del Señor y creyó en ella, participa ya de la vida eterna. Nuestra hermana no nos ha dejado, de hecho, nos precede en la llamada del Señor y se ha reunido con su marido, sus padres, con todos sus seres queridos y nosotros deseamos y pedimos al Señor que así sea y un día nos podamos reunir también nosotros con todos ellos.

Con la fe puesta en la resurrección, ciertos de que nuestra hermana vivió su fe de manera vital y esta fe fue la que le hizo vivir la vida con amor, con bondad, con alegría y con entrega a todos los suyos, hoy aquí la encomendamos al Padre, para que valorando tanto amor como ella dio a los suyos, la reciba ahora con amor. Esta és la mejor herencia que os deja vuestra madre, vuestra abuela, vuestra hermana, vuestra amiga, vuestra vecina; el amor. Ella que ya ha pasado de la muerte a la vida, a la vida verdadera y eterna nos pide ahora a todos nosotros que recemos por ella, para que su fe y su esperanza no se hayan visto defraudadas sino cumplidas en plenitud.

Que el Señor que al final de nuestras vidas nos examinará en el amor, la abrace con afecto de padre, con el mismo amor con el que ella amó a los suyos, Esta es nuestra comunión con los difuntos, una comunión de amor en la oración. Oramos para que oyendo nuestra hermana la voz del Señor, ahora ya cara a cara, frente a frente, viva en plenitud lo que creyó aquí en la tierra. Y a nosotros nos lo conceda también cuando nos llame.