dilluns, 8 de gener del 2024

Dilluns de la I setmana de durant l'any / II

 

Lunes semana I durante el año / II

Misa Conventual - Basílica del Pilar de Zaragoza

8 de enero de 2024

1S 1,1-8; Salmo responsorial 115,12-13.14 i 17.18-19 y Mc 1,14-20

«Venid conmigo» les dijo Jesús. El momento de la llamada del Señor ha llegado, el reino está cerca y Jesús escoge a los que serán pescadores de hombres, mensajeros del Evangelio. Acabamos de cerrar el tiempo litúrgico de la Navidad, lo hicimos ayer con la celebración de la fiesta del bautismo del Señor y hoy, al comenzar el tiempo ordinario el Evangelio nos presenta ya las primeras llamadas del Señor a sus apóstoles. Jesús ve, Jesús les dice, ellos lo dejan todo inmediatamente y le siguen. Así de simple es la llamada, así de simple la respuesta.

Seguir al Señor pide generosidad, pide radicalidad, pide no mirar atrás. Simón, Andrés, Santiago y Juan lo dejan todo, su trabajo, su familia, lo que había sido su vida hasta entonces y emprenden un camino en gran parte incierto, pero todos ellos se fían de quién les llama, creen en Él. Son los primeros discípulos, pero no son los primeros en ser llamados. Lo hemos recordado estos días, unos pastores dejaron a sus rebaños cuando fueron convocados por un ángel para acudir al portal a adorar al niño; unos magos dejaron atrás sus lejanas tierras para seguir una estrella que les llamaba; José siguió la voluntad de Dios a través de la llamada de un ángel en un sueño.

I junto a todos ellos en primer lugar, como ejemplo sublime de entrega, la primera discípula, aquella que tras la visita de un ángel dejó a un lado todos sus proyectos para seguir la voluntad de Dios y acoger en su vientre al Hijo de Dios. En palabras del Papa Francisco: «Sus manos, sus ojos, su actitud son un “catecismo” viviente y siempre apuntan al fundamento, el centro: Jesús. María está totalmente dirigida a Él. Hasta el punto que podemos decir que es más discípula que Madre.» (24 de marzo de 2021).

Tenemos ante nosotros ejemplos de seguimiento, de respuestas a la voluntad del Señor. Son hombres y mujeres que recibieron la llamada y respondieron afirmativamente. Nos deben servir e ejemplo cuando nos sentimos llamados a servir, cada uno desde nuestra propia responsabilidad, servir a Dios, a la Iglesia, a la familia y a nuestros hermanos y hermanas. Todos ellos eran gente abierta a la escucha de Dios, confiada en Dios. Como Ana, la mujer de Elcaná, que afligida i inapetente rogó al Señor con todas sus fuerzas y vio recompensada su fidelidad con el don de la maternidad. El primer ejemplo de discípula de Jesús es el de Maria que con su «Emblemática respuesta humana, llena de confianza en la iniciativa de Dios, es el «Amén» generoso y total de la Virgen de Nazaret, pronunciado con humilde y decidida adhesión a los designios del Altísimo, que le fueron comunicados por un mensajero celestial. Su «sí» inmediato le permitió convertirse en la Madre de Dios, la Madre de nuestro Salvador.» (Benedicto XVI 3 de mayo de 2009).

Pidámosle a Santa Maria bajo la advocación del Pilar que nos ayude a abrir nuestros corazones al Señor para que respondamos con generosidad a la vocación a que nos llama a cada uno de nosotros.