Miércoles de la I semana durante el año / II
Monasterio Cisterciense de San Benito
Talavera de la Reina
10 de enero de 2024
1Sam 3,1-10.19-20; Sal 39,2-10 y Mc 1,29-39
«Si
ti quieres», le dice el leproso a Jesús y Él le respondió «Sí quiero: sana».
La
confianza en Dios de este hombre nos sirve de ejemplo, el ve a Jesús, se le
acerca, deposita en Él toda su confianza. No obtuvieron el favor de Dios los
israelitas ante los filisteos, por mucho que se empeñaron y llevaron el arca de
la Alianza con ellos, al final hasta el arca fue capturada.
El
pueblo de Israel había sido infiel y no obtuvo el favor del Señor. En cambio, el
leproso desde su humildad obtuvo su sanación.
Dios
está siempre de nuestra parte si nos acercamos a Él con el corazón limpio de
envidias, de ambiciones, de todas aquellas bajezas que tanto nos afectan.
El
leproso se convirtió de un marginado a un mensajero de la buena nueva, un
evangelizador. Cierto que hizo caso omiso de las palabras del Señor que con
severidad le prohibió contar su sanación, pero era tanta su alegría que no pudo
contenerla tan sólo para sí mismo.
Así
debe ser nuestra fe, no interesada como la del pueblo de Israel ante los
filisteos, sino alegre, limpia como la del leproso.
Si
vivimos la fe con alegría seremos un buen ejemplo para los demás, si la vivimos
de manera particular, dirigiéndonos a Dios tan solo para satisfacer nuestros
intereses, la viviremos con dureza e corazón.
Que
así sea para todos nosotros, vivir la fe con alegría.