dijous, 5 de juny del 2025

Jueves de la VII Semana de Pascua

 

Jueves de la VII Semana de Pascua

Jueves 5 de junio de 2025

Encuentro de Madres Presidentas Federales, Priores y Abades

C. E. Santa Rafaela Maria de Madrid

Hch 22,30;23,6-11; Sal 15 i Jn 17,20-26


Testimonio y unidad son dos palabras que podrían resumir las lecturas de este jueves de la última semana de pascua, cuando nos acercamos a la solemnidad de Pentecostés. A lo largo de estos días hemos recordado y celebrado la resurrección del Señor, centro de nuestra fe y la liturgia nos ha permitido acompañar a la primera comunidad, a la comunidad apostólica, en su camino pascual, que va del desconcierto a la alegría, de la incredulidad al testimonio. Estos relatos resumen en cierta manera nuestro propio camino de fe, con altibajos, con momentos de una inmensa alegría y otros de cierta desazón.

Conviene que en todos ellos no olvidemos a quien seguimos y porque le seguimos, seguimos a Cristo y le seguimos porqué Él nos ha llamado. No nos ha llamado por ser perfectos ni por tener una fe intachable, nos ha llamado porqué nos ama y aunque nos sabe imperfectos, sabe también que deseamos agradarle y por encima de todo seguirle. ¿Acaso eran perfectos aquellos pescadores de Galilea que llamó tempranamente a seguirle? Ciertamente que no, muchas veces no entendían, otras dudaban y también algunas le negaban y huían despavoridos ante el riesgo de correr su misma suerte, la cruz.

De todo salieron vencedores al recibir al Espíritu Santo y recibirlo en comunidad, no de manera individual sino todos unidos en un mismo lugar. Ser uno es ser signo de unidad y a la vez signo de autenticidad de nuestra fe, porqué la unidad, como nos insiste estos días el papa León, es necesaria para vivir la fe en comunidad. Pero no es esta una unidad sin sentido, buscada para crear uniformidad, es una unidad basada en el testimonio de aquel que nos une entre nosotros y nos une al Padre. ¿Qué seria de cualquiera de nuestras comunidades sino se mantuviese unida? Pero a la vez ¿Cual seria su riqueza si fuese una comunidad uniforme?

Nos decía ayer mismo el papa León que no debemos esperar, sino que debemos responder con entusiasmo al Señor que nos llama a trabajar en su viña. No podemos posponer nuestra respuesta y debemos arremangarnos, porque el Señor es generoso y no nos decepcionará. Solo trabajando en su viña, encontraremos una respuesta a esa pregunta profunda que llevamos dentro: ¿qué sentido tiene nuestra vida? 

Esta pregunta sobre el sentido de nuestra vida tiene para nosotros una sola respuesta, una respuesta encarnada, con rostro humano porqué el sentido de nuestra vida no es otro que Cristo. Él es quien nos ha dado a conocer al Padre y su nombre, para que el amor entre Padre e Hijo esté con nosotros y así nosotros amemos a Dios y a los hermanos y hermanas. 

No olvidemos en ningún momento a quien servimos y seguimos y en palabras de santa Rafaela Maria «Dejemos obrar a Nuestro Señor, Él, mejor que nosotros, sabe aquello que nos conviene.»