Diumenge
VI de Pasqua / Cicle C
Confirmacions
a la Parròquia de Santa Martí de Tours de Palafrugell
Diumenge
25 de maig de 2025
Fets
15,1-2.22-29; Salm 66,2-3.5.6 i 8; Ap 21,10-14.22-23 i Jo 14,23-29
Crist
ens deixa dos dons per tal de que puguem fer el nostre camí de fe: l’Esperit
Sant i la pau. L’Esperit que avui rebreu és l’acompliment d’aquesta promesa que
Jesús va fer als seus deixebles, és aquest Defensor que el Pare envia en el seu
nom. L’altre do, el de la pau, neix del mateix Crist que ha volgut donar-nos
aquesta pau que el món no coneix i que nosaltres hem de viure i ser-ne
constructors també avui enmig d’aquesta nostra societat. Hi haurà un dia on no
caldrà tot això, quan aquesta Jerusalem santa de la que ens ha parlat el llibre
de l’Apocalipsi, sigui una realitat, i aquesta Jerusalem santa no és altra que
l’Església de Crist. La nostra Església, amb la que avui vosaltres us
comprometeu a formar-ne part no és sinó un anunci de l’Església santa i
definitiva, per això dins d’ella sorgeixen discussions i polèmiques, com les
que varen viure Pau i Bernabé, amb alguns que pertorbaven i inquietaven en lloc
de treballar unànimement. L’Església santa està oberta a llevant, a ponent, al
nord i al sud; oberta a tot el món, a totes les races i a totes les llengües; l’Església
santa està construïda sobre el fonament dels apòstols i te a Crist per gran
sacerdot i pedra angular.
Queridos hermanos y hermanas que hoy confirmáis vuestra
fe, todo esto nos parece una tarea difícil, casi imposible de cumplir y es
cierto con nuestras propias fuerzas nunca lo conseguiremos, solo con la ayuda
del Espíritu Santo podremos alcanzarlo. Por eso es tan importante la ceremonia
que hoy celebramos, pediremos al Padre, a Dios, que envíe sobre vosotros la
fuerza del Espíritu Santo. Es la misma que en Pentecostés permitió a los
apóstoles perder el miedo y proclamar a todo el mundo la buena nueva del
Evangelio. Pero para recibir esta fuerza debemos preparar nuestro interior,
nuestra alma, y por eso os pediremos que proclaméis vuestra fe i también que
renunciéis a hacer el mal. A veces nos resulta más cómodo hacer el mal que el
bien, nos cuesta menos hacer las cosas mal que hacerlas bien; por eso
necesitamos que nos ayuden, que cuando tenemos la tentación de hacer lo más
cómodo pero que no es lo más adecuado, la fuerza del Espíritu Santo nos haga
vencer la tentación.
Las nuestras son muchas veces pequeñas tentaciones, pequeños pensamientos que responden sin embargo a grandes faltas contra Dios y contra nuestros hermanos. La ira, la pereza, la mentira, la envidia o la venganza; aparecen en nuestra mente como pequeñas nubes que paso a paso van formando una tormenta que si estalla acaba por causar males irreparables. Como nos dice el libro de los Proverbios hay que cuidar nuestros pensamientos porque ellos acaban por controlar nuestra vida; o como dice un pensador hindú: Cuida y vigila tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Controla y vigila tus palabras, pues se convertirán en tus actos. Considera y juzga tus actos, pues se convertirán en tus hábitos. Reconoce y vigila tus hábitos, pues se convertirán en tus valores. Vigila tus valores porqué ser convertirán en tu destino.
Aquí debe actuar el Espíritu Santo, evitando que una
tentación se convierta en una acción que pueda causar mal i atentar contra el
gran mandamiento de Cristo, el del amor a Dios y a los hermanos, a todos ellos,
independientemente de que nuestra relación con ellos sea buena o mala, los
conozcamos o no, compartamos con ellos nuestras ideas o no, hablen nuestra
misma lengua o no, sean del mismo color de piel que nosotros o no; no olvidemos
nunca que las puertas de la Iglesia santa están abiertas de par en par al
norte, al sur, al mediodía y al ocaso.
Recibís hoy la fuerza del Espíritu Santo, confirmáis hoy
vuestra fe ante esta asamblea que representa al conjunto de la Iglesia
universal. Pedimos al Señor que esto se traduzca en que vuestros pensamientos y
acciones estén siempre de acuerdo con lo que hemos oído de los labios de Jesús:
quien le ama, el Padre le ama y hace caso de lo que Cristo nos dice y Él sólo
desea que le amemos y amándole a Él amaremos a todos nuestros hermanos y
hermanas y este amor nos traerá la paz, esta paz que sólo Dios puede dar y que
el mundo tanto necesita.